«...y, cuando tras todo ese esfuerzo, finalmente abras tus ojos, verás a tu "ego", a través de los defectos inherentes, vagando alrededor de sí mismo como un buey en la noria...»
«Uno solo hay bueno, cuya libre expresión es la
manifestación a través del Hijo, y por medio de Él únicamente podría el corazón purificarse, una vez expulsado de él todo espíritu malo. Pues muchos espíritus
lo habitan y no le dejan purificarse, ya que cada uno de ellos ejecuta su
propio cometido, exasperándolo frecuentemente con deseos inconvenientes. A mi
entender, al corazón le sucede lo que a una posada. Pues ésta es maltratada,
deteriorada y con frecuencia ensuciada por gente que se comporta sin recato
alguno, sin preocuparse en absoluto por el lugar, por cuanto pertenece a otro.
De la misma manera, el corazón, hasta que no se encuentra con la Providencia,
es impuro, morada de muchos demonios [los propios "defectos inherentes"]. Pero, cuando se ocupa de él el Padre
Único y Bueno, aparece santificado y resplandece de luz, y así se llena de
felicidad el que tiene un tal corazón, puesto que verá a Dios.»